Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX
Santa Inés de Montepulciano | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla
Santa Inés de Montepulciano | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla

Anónimo novohispano

Santa Inés de Montepulciano

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Región Nueva España
Período 3 Siglo XVIII
Período 4 Siglo XVIII
Técnica Óleo sobre tela
No. registro SXVIII.BI.015
Período Siglo XVIII
Medidas 134   x 97.5  cm
Investigador

Al igual que otras santas que forman parte de la colección, las imágenes de santa Inés de Montepulciano no son cuantiosas en la Nueva España, por lo que quizá también fue un encargo muy específico a su autor. Se trata de una santa de la Orden de Predicadores, nacida en 1270 en la Toscana italiana y canonizada por el Papa Benedicto XIII hasta el 10 de diciembre de 1726, por lo que la obra necesariamente tuvo que hacerse en fecha cercana o posterior. Santa Catalina de Siena era muy devota de ella y promovía su devoción. Generalmente se representa con un hábito a la usanza dominica, pero con el manto negro lleno de cruces, suele sostener un crucifijo en la mano, y la acompañan un cordero y una azucena en señal de pureza.

Su historia narra la vida de una joven devota de un pueblo cercano a Montepulciano, que decide entregarse a Dios desde muy pequeña; a los quince años la nombraron Abadesa del convento de Proceno (Orvieto) y años más tarde fundó el de monjas dominicas en Montepulciano, en el mismo lugar donde fue atacada de niña por una parvada de cuervos. La leyenda sobre sus milagros fue escrita por el Beato Raimundo de Capua,[1] confesor y biógrafo de santa Catalina de Siena, asombrado por los hechos sobrenaturales acaecidos en la vida de Inés, por lo que relata de forma prolija sus éxtasis, milagros y visiones.[2]

Entre ellos sobresale aquél que narra que cuando “Santa Inés oraba, la cubría una lluvia de maná celestial, como una capa de nieve, cuyos copos tenían forma de cruz”[3] lo que la alimentaba en sus momentos de extremo ayuno. Durante uno de sus éxtasis tuvo el privilegio de que la Virgen le permitiera tomar en sus brazos al Niño Jesús, y como recuerdo se quedó con el crucifijo que traía el Niño en el cuello, reliquia que conservaría hasta su muerte.

Es probable que la pieza del Museo tuviera relación con la serie de pinturas donde se narra la ordenación de la santa, ubicadas en la Iglesia de santa Inés, en lo que antiguamente era el Monasterio dominico de religiosas de santa Inés de Montepulciano en la ciudad de Puebla.

La obra presenta a santa Inés con el Niño Jesús en brazos en una composición sencilla con ambos personajes en primer plano, rodeados por un fondo en color gris; ella viste el hábito blanco dominico, con el manto negro cubierto de flores blancas de cuatro pétalos, en representación del maná que le caía del cielo para alimentarla; aunque normalmente el manto se cubre de cruces, aquí sólo las aluden por la forma de las flores. De acuerdo con el Salmo 147, 12-14, que dice: “celebra a Yahvé, Jesusalem… [Qué él]…te sacia con la flor de trigo”; los israelitas solían llamar “flor de trigo” a la harina refinada con la que hacían el pan de las ofrendas, por lo que tal vez el pintor quiso representar con flores el “pan del cielo”, como se le conoce al maná, en lugar de las cruces que debería llevar la santa. En este caso, la cruz que usualmente acompaña a la mujer, la trae consigo el Niño Jesús en la mano derecha, junto con el mundo.

Existen intervenciones de restauración en la imagen que responden a reparaciones locales de la tela, principalmente en el fondo y en el manto blanco; se colocaron pequeñas pinceladas de un color parecido al original para cubrir los faltantes de pintura y se enfatizaron los rasgos del Niño y de la santa por medio de pinceladas gruesas de tonos oscuros para perfilar el ángulo de la nariz, así como marcar los rubores con un tono rosáceo que provoca un gran contraste en los rostros y hacen que pierdan su dulzura. Además, se remarcaron los pliegues de la cofia de santa Inés, haciendo que la caída de la tela no sea natural.

1. Raimundo Capua, Vida y milagros de la bienaventurada santa Catherina de Sena; trasladada del latín en castellano por el Reverendo maestro fray Antonio de la Peña … ; y la vida de la bienaventurada Soror Juana de Orbieto ; y de Soror Margarita de Castello, Medina del Campo, impreso por Francisco del Canto, 1569.

2. Santos, Bienaventurados, Venerables de la Orden de Predicadores, M.R.P. Fr. Paulino Álvarez, O.P., Vergara: Tip. de "El Santísimo Rosario", Vol. 1, 1920, pp. 375- 384. [consultado el  14 de noviembre de 2012]. http://www.dominicos.net/santos/santa_ines_de_montepulciano/ines_index.html.

3. Louis Réau, Iconografía del arte cristiano. Iconografía de los santos, Barcelona, Serbal, 2001, Tomo 2, Vol. 4, p. 108.

 

Al igual que otras santas que forman parte de la colección, las imágenes de santa Inés de Montepulciano no son cuantiosas en la Nueva España, por lo que quizá también fue un encargo muy específico a su autor. Se trata de una santa de la Orden de Predicadores, nacida en 1270 en la Toscana italiana y canonizada por el Papa Benedicto XIII hasta el 10 de diciembre de 1726, por lo que la obra necesariamente tuvo que hacerse en fecha cercana o posterior. Santa Catalina de Siena era muy devota de ella y promovía su devoción. Generalmente se representa con un hábito a la usanza dominica, pero con el manto negro lleno de cruces, suele sostener un crucifijo en la mano, y la acompañan un cordero y una azucena en señal de pureza.

Obras de la sala

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