El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Panel con dos personajes sentados sobre un trono dialogando | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Panel con dos personajes sentados sobre un trono dialogando | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla

Panel con dos personajes sentados sobre un trono dialogando

Cultura Maya
Región El Chicozapote, cuenca del Usumacinta, al noroeste de Yaxchilán
Período Clásico tardío
Período 9 Clásico tardío
Año 600-909 d.C.
Técnica

Estuco modelado, inciso y pintado

Medidas 137.5   x 88  x 9  cm
Ubicación Sala 6. Arte, forma y expresión
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1363
Investigador (es)

Este panel presenta las mismas características cromáticas, técnicas y de diseño que el otro panel de esta misma colección, pudiendo formar parte de una misma secuencia narrativa. Los tocados son tan similares que existen muchas posibilidades de que ambas piezas fueran realizadas por el mismo artista o por el mismo taller y por tanto su procedencia fuese la misma; también es bastante probable que llegasen juntas en una misma partida.

La pieza es de origen desconocido aunque, tanto este panel como el otro de esta misma colección, han sido atribuidos al sitio de El Chicozapote, al noroeste de Yaxchilán, a mitad de camino entre esta ciudad y Piedras Negras, en la región del Usumacinta. El panel es rectangular, pero el equilibrio y la armonía es perfecta. Si el panel se dividiese en cuatro secciones, una de ella estaría ocupada por el trono o banca de rostro antropomorfo sobre el que se sientan y dialogan los dos protagonistas de la escena; bien podría ser uno de esos cerros antropomorfos y míticos tan comunes en las representaciones palencanas; sobre él se sientan a la manera oriental dos personajes de perfil, tan próximos entre sí que sus rodillas se tocan.

El personaje de la derecha porta un tocado exacto en diseño y disposición al de la otra pieza, de forma circular y tubular rematado con un haz de plumas que vencen hacia adelante. Igualmente, coincide que en la parte delantera va adornado con cuentas pintadas en azul, tal vez porque fueran de jadeíta; este tocado es propio de los sacerdotes, tal vez por eso el lugar sobre el que se asientan los protagonistas de la historia es un cerro mítico, como ocurre en el Templo de la Cruz Foliada de Palenque (ver dibujo).

El personaje lleva como únicos adornos una orejera cuadrada sujeta por un largo tubo de jadeíta y un collar de voluminosas cuentas también realizadas en jadeíta que ata y cuelga por la espalda. Su faldellín es sencillo, de algodón teñido en azul y anudado mediante una vuelta en la cintura. Una de sus manos reposa en su pierna izquierda, mientras que con la otra gesticula cerrando el puño frente a su interlocutor.

El personaje que está frente a él lleva el cabello largo y recogido en mechones enrollados, doblados hacia delante y anudado en la parte delantera. El tocado está realizado con una banda de tela que recoge el cabello y se anuda en la parte delantera; remata un haz de plumas azules que vencen hacia la parte trasera. Los adornos son muy similares a los de su compañero; unas orejeras circulares que cierran con un largo tapón tubular y un collar de grandes cuentas que cuelga por la parte de la espalda. El faldellín también es de algodón pintado en azul y anuda con vuelta en un lateral.

La composición de la escena es cerrada, al estar los personajes enfrentados uno a otro, y el estatismo de las figuras se rompe con el movimiento de las manos, las cuales en su tiempo debieron hablar por sí mismas, un lenguaje de gestos que para los investigadores de la cultura maya todavía está por descifrar. Los cuerpos de los dos personajes se pintaron en color rojo y el artista intencionalmente marcó la musculatura. Ambos sacerdotes presentan la frente modelada con tabulación oblicua, por ello los ojos se vuelven almendrados y oblicuos, perdiéndose prácticamente el doblez del párpado.

Entre ambos personajes se distingue un bloque preparado para contener un texto que nunca se llegó a escribir; éste marca el eje vertical de la escena. Con certeza se puede plantear que ambos personajes pertenecieron a la élite sacerdotal maya y que discutían de asuntos importantes, que sin duda el espectador de la época debió conocer por los gestos que presentan sus manos.

Este panel presenta las mismas características cromáticas, técnicas y de diseño que el otro panel de esta misma colección, pudiendo formar parte de una misma secuencia narrativa. Los tocados son tan similares que existen muchas posibilidades de que ambas piezas fueran realizadas por el mismo artista o por el mismo taller y por tanto su procedencia fuese la misma; también es bastante probable que llegasen juntas en una misma partida.

Obras de la sala

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