El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Trono | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Trono

Cultura Maya
Región Campeche
Período Clásico
Período 9 Clásico
Año 300-900 d.C.
Técnica

Barro modelado con incisiones y aplicaciones al pastillaje

Medidas 6.06   x 7.92  x 5.04 
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1242
Investigador

Las sociedades en todo del mundo crean distintos símbolos para reflejar el poder. Entre las sociedades de Mesoamérica esto no era una excepción. La ropa y los atavíos tenía la función de diferenciar los grupos sociales. Los objetos de cerámica, a los que podía acceder una u otra personas, también marcaba el poder que tenían. Incluso el mobiliario que tenían a su alcance suscitaba claramente una distinción entre las personas.

            En el caso de la pieza 1242 de la colección del Museo Amparo se trata de un trono. Tiene cuatro patas con una forma tubular. Sobre ellas se desplanta un prisma rectangular con una gran tira en forma de herradura que sirve para simular el respaldo y el descansabrazo. Además, en la zona de la base se colocó una línea horizontal incisa.

Del lado izquierdo se encuentra el elemento distintivo de la pieza. Ahí vemos que se colocó por pastillaje una gran cabeza esférica, con un hocico sobresaliente. Tiene una pequeña banda para marcar el maxilar inferior y con una tira se marca la ceja y un círculo crea el ojo. Estos elementos hacen un rostro de un animal, posiblemente un reptil. Además, en la parte superior de dicha cabeza, se colocaron dos bandas al pastillaje, generándose un tocado muy sobrio.

Es de destacar en esta pieza que no se puede mantener equilibrada por si sola, ya que el peso de la cabeza hace que se incline hacia un lado, lo cual refleja que esta pieza debía de acompañarse con una figura que se encontraba sentada en él. Además, se puede distinguir que la pata frontal derecha está rota, tiene una fractura en el descanzabrazos izquierdo y la parte posterior se encuentra muy desgastada.

El trono estaba estrechamente vinculado con el rey y el poder. Dos posturas expresaban las funciones del rey y de los otros personajes de alto rango en la sociedad mexica: la posición sentada y la posición parada. La primera indicaba que el personaje desempeñaba un cargo y ocupaba una responsabilidad ante el pueblo. Esta posición era propia de todos los que llevaban el título de tecuhtli o teuctli. En cambio, la posición sentada era propia de los dioses, a quienes generalmente se les representaba de esta manera.

La posición sentada se materializaba en varios tipos de asientos, el más preciado de ellos era el "trono" (icpalli). Como existía toda una gama de personajes con distinto rango, se empleaban diferentes tipos de asientos que iban desde sencillas sillas compuestas de simples juncos amarrados, hasta los tronos con altos respaldos llamados tepotzoicpalli. Estos últimos eran hechos de fibras vegetales entrelazadas, y podían recubrirse de distintos elementos.

El significado y el vínculo con una deidad particular se reflejaba en el tepotzoicpalli al cubrirse con distintos elementos. Por ejemplo,  sabemos que en la fiesta de Ochpaniztli, Moctezuma se sentaba sobre un trono  cubierto con pieles de jaguar y plumas de águila. Con ello se reflejaba que el tlatoani reunía en su persona la fuerza del jaguar y el águila, principios creadores del mundo. Asimismo, denotaba que él era el jefe de los guerreros águila (cuauhpipiltin)  y jaguar (ocelopipiltin) al sentarse sobre sus pieles.

Estas referencias nos permite vincular la pieza 1242 con un trono que estaba vinculado con un reptil. Posiblemente la figura que se presenta es la de una serpiente y, por tanto, esta pieza debió de pertenecer al Clásico tardío, cuando el culto a Quetzalcoatl se expandió por todo Mesoamérica, tratando de vincularse los gobernantes de las distintas ciudades con este gobernante primigenio y resaltar que su origen era divino.

Las sociedades en todo del mundo crean distintos símbolos para reflejar el poder. Entre las sociedades de Mesoamérica esto no era una excepción. La ropa y los atavíos tenía la función de diferenciar los grupos sociales. Los objetos de cerámica, a los que podía acceder una u otra personas, también marcaba el poder que tenían. Incluso el mobiliario que tenían a su alcance suscitaba claramente una distinción entre las personas.

Obras de la sala

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