El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo
Vasija con figura femenina sentada con los brazos sobre las rodillas  | El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo | Museo Amparo, Puebla
Vasija con figura femenina sentada con los brazos sobre las rodillas  | El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo | Museo Amparo, Puebla
Vasija con figura femenina sentada con los brazos sobre las rodillas  | El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo | Museo Amparo, Puebla
Vasija con figura femenina sentada con los brazos sobre las rodillas  | El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo | Museo Amparo, Puebla
Vasija con figura femenina sentada con los brazos sobre las rodillas  | El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo | Museo Amparo, Puebla
Vasija con figura femenina sentada con los brazos sobre las rodillas  | El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo | Museo Amparo, Puebla

Vasija con figura femenina sentada con los brazos sobre las rodillas

Cultura Huasteca
Región Costa del Golfo
Período 3 Posclásico tardío
Período 4 Posclásico tardío
Año 900-1520 d.C.
Técnica Barro modelado acanalado, puntillado, pellizcado, pintado, alisado
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1484
Período Posclásico tardío
Medidas 21.4   x 16.1  cm
Ubicación Salas de Arte Contemporáneo. Piezas Prehispánicas
Investigador

Los recipientes de barro blanco, beige o crema con pintura negra, roja o café normalmente son llamados simplemente de tipo “negro-sobre-blanco”. Son particularmente típicos de la Huasteca en el periodo Posclásico (900-1520 d.C.), especialmente en sus últimos tres siglos. Se encuentran en casi toda la extensión de influencia huasteca.

El barro es fino y compacto con desgrasante pequeño, generalmente de cuarzo. La pintura negra, que puede variar de café oscuro a negro y hasta rojo mate o vivo, es aplicada directamente sobre la superficie de la vasija. En algunos casos, un baño del mismo barro, un engobe blanco o crema es puesto antes de aplicar la pintura. Todo esto habitualmente ocurre previo a la quema de la vasija en hornos abiertos; un proceso muy bien cuidado con el objetivo de evitar decoloraciones por oxidación. En algunos ejemplares, el engobe y la pintura se añaden posterior al horneado. 

Entre este enorme grupo de vasijas hay una considerable variación en los distintos usos. Aquí encontramos pequeñas ollas de aproximadamente el mismo volumen, unos con efigies, y otros con pequeñas caras en el cuello del recipiente. Los primeros de efigies tienen asas de banda y vertederas con o sin soporte. Los otros tienen dos asas redondas, y no tres como es normal en muchas ollas. Estos están montados hacia un solo lado del recipiente.

Las figuras pintadas o modeladas como estas son típicas de la Huasteca y se encuentran especialmente en la región del Golfo, del área donde esta cultura tiene más presencia. La pintura negra aparenta ser corporal o en algunos casos tatuajes o inclusive escarificaciones.

Las efigies son zoomorfas y antropomorfas, y en algunas instancias combinadas. La mayoría tienen una medida de 20 a 25 centímetros, o un poco más, de alto. Están caracterizadas por tener vertederas tanto con soporte como sin soporte. Es muy posible que estas vasijas hagan un ruido al vaciar el líquido.

Las figuras antropomorfas frecuentemente son representaciones de mujeres con rasgos deformes y posiblemente de enanos. Es probable que estén asociadas con la diosa de la tierra, la diosa del pulque, y el dios de la lluvia o del viento, deidades muy transcendentales en la Huasteca. Los símbolos zoomorfos de las vasijas seguramente representan animales asociados con eventos mitológicos en el cual, casi todos tenían un rol específico.

Asociado también en esta misma clase de vasija, hay pequeñas ollas a veces con fondo convexo y a veces redondas. Estas fueron amarradas a algo más grande para darles estabilidad. Frecuentemente tienen la misma iconografía que está representada en las vasijas con forma humana, de animal o mixto.

En la cosmología mesoamericana, los animales nocturnos eran asociados con poderosos “dioses del inframundo”, también llamados los “dioses de la noche”. Éstos son partes de la mitología y leyendas de sus origines culturales, donde no siempre estaban los mismos animales en todas partes de Mesoamérica.

En la Costa del Golfo, la lista de estos animales incluye: mapache, tejón, grisón, comadreja, coati, y especialmente el tlacuache (blanco). Todos podían ser representados en diversas manifestaciones. Los tlacuaches eran importantes en toda la zona costera, siendo interpretados con aspectos divinos, de sabiduría, y de poder engañar, tanto como poder ayudar al hombre.

Por otra parte, en la Huasteca el pulque fue un gran culto, con mucha profundidad de tiempo y amplia difusión geográfica. A diferencia de muchas partes de Mesoamérica, no hubo un dios del pulque sino una diosa. Esto pudo haber sido un formato de mucha antigüedad en esta parte de la Costa del Golfo. De hecho, las diosas fueron importantes y comunes a través de la cronología cultural de la Huasteca.

Existe la posibilidad que la forma humana con cara zoomórfica en estas ollas sea un avatar de la diosa del pulque o un sujeto divino de la misma y que su presencia fue consistente con un evento mitológico del origen o manejo del pulque.

En algunas tradiciones mesoamericanas, el tlacuache roba el fuego de un grupo de dioses para dárselo a otro que lo necesita, los humanos. Tal vez en este caso el tlacuache, en forma femenina, robó el pulque para la diosa y los huastecos. O alternativamente, la diosa tomó la forma de una tlacuache, o de otro animal nocturno, para conseguir por engaño el pulque al cuidado de otros dioses en la oscuridad del inframundo.

La siguiente pieza corresponde a un recipiente mediano con forma de figura femenina, con lo brazos sobre las rodillas. Presenta una vertedera en la parte trasera, sostenida por un puente a la cabeza. Las piernas se encuentran hacia atrás, una posición atípica en la Huasteca, ya que provoca un equilibrio inestable. El rostro tiene algunos símbolos parecidos a los encontrados en las mejillas de la pieza 1477. La superficie se encuentra asimismo, muy maltratada por la tosca limpieza.

La pintura negra-sobre-blanco y crema es similar a otras vasijas de este grupo en el lote. Por su parte, el rostro tiene los ojos en curva hacia arriba, la nariz chata con perforaciones para indicar las fosas nasales. Presenta una boca ovalada. Normalmente, cuando los ojos de las figurillas están muy estrechos, representan a personas muertas, no obstante, no siempre es el caso. En la presente pieza se representa una diosa zoomorfa similar al ejemplar mejor reservado con número de registro 1477, que pertenece al mismo culto.

Con líquido dentro de la olla es muy probable que la vasija fuera más inestable con una caída de frente hacia atrás. Sería importante revisarla en un laboratorio para determinar si ésta no ha sido modificada en tiempos modernos. Especialmente el fondo, pero también la posición de los brazos y piernas.  

Es muy probable que haya sido alterado después de su descubrimiento. Es decir, una parte puede ser original, pero es posible que haya habido modificaciones importantes en tiempos recientes.

Los recipientes de barro blanco, beige o crema con pintura negra, roja o café normalmente son llamados simplemente de tipo “negro-sobre-blanco”. Son particularmente típicos de la Huasteca en el periodo Posclásico (900-1520 d.C.), especialmente en sus últimos tres siglos. Se encuentran en casi toda la extensión de influencia huasteca.

Obras de la sala

El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo