El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figurilla de mujer de torso delgado, brazos alargados y cabeza faltando penacho o tocado | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figurilla de mujer de torso delgado, brazos alargados y cabeza faltando penacho o tocado

Cultura Huasteca
Región Costa del Golfo
Período Clásico
Período 9 Clásico
Año 300-900 d.C.
Técnica

Barro modelado, pintado, pellizcado, alisado, pastillaje

Medidas 24.2   x 10.7  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1203
Investigador

Estas piezas contrastan de manera significativa a aquellas de personajes enanos. Aunque también representa en su mayoría mujeres jóvenes, y frecuentemente tienen algo de los atavíos del rito del Juego de la Pelota, tienden a ser de un acabado y una manufactura de menor calidad. Sus rasgos también son contrastantes: los cuellos son gruesos, las caras menos detalladas, los brazos frecuentemente cónicos, la incisión irregular se hace presente, los penachos o tocados son más frágiles, la pintura que representa el ropaje es menos común, las superficies son mayormente planas pero pocas veces pulidas, y la postura es menos recta y estable.

En tamaño son bastante variables y comúnmente algunas son más chicas que otras. Hay también más diferenciación en la pasta de elaboración, desde la más fina con desgrasante pequeño, parecida a las figurillas anteriores, hasta el desgrasante más grueso y la mezcla notablemente burda.

En términos arqueológicos, estas figurillas pertenecen al grupo originalmente llamado “tipo Pánuco B” en el Golfo Norte y fechado al Periodo Clásico (300-900 d.C.). Pero en realidad esta clase de figurillas tiene una mayor distribución que muchos otros tipos, incluyendo los más elaborados “Pánuco C”. Se encuentran también, no en gran cantidad, pero sí en gran extensión, a través del área Central Norte del Golfo. Y probablemente correspondan a la influencia fuerte, si no de la presencia directa, de los Huastecos en regiones adjuntas a su núcleo en el Golfo Norte.

Entre los atavíos, se encuentran algunos que podrían ser asociados con el juego de pelota, empero, sin la examinación en laboratorio de la pintura o incisión, es difícil saberlo. Aunque sí sabemos que las escarificaciones, tatuajes, y símbolos pintados fueron muy comunes en la Huasteca y de mucha profundidad de tiempo. Casi siempre es difícil estar seguro cuál de estas formas de decoración corporal está siendo simbolizada en las figurillas y en los recipientes de barro.

Lo anterior ocurre en representaciones tanto de hombres como de mujeres. Tal vez fue muy popular en la Huasteca debido a la práctica común de no usar mucha ropa en esta región muy cálida la mayor parte del año. Sin embargo, esta usanza se volvió una costumbre cultural, lo que se nota al ver a los huastecos contemporáneos.

En el caso de las figurillas de este grupo, existe la posibilidad de que las alargadas y alzadas líneas mostradas en los muslos fueran en realidad una especie de protección insertada en alguna tela de algodón que se viste en el rito del juego de pelota. La región Huasteca fue muy famosa por su manejo del algodón y la fabricación de vestuarios de muchas índoles y hasta gruesas armaduras en forma de chalecos de guerra para protección de flechas, etcétera.

En algunas figuras de este grupo de piezas, y del juego de pelota examinando anteriormente, parecen que si no fueron decoración corporal, estas marcas en las piernas son parte de una indumentaria de protección de las caderas y muslos en el rito. Si es así, hubo formatos del Juego de Pelota que practicaban las mujeres jóvenes, lo que implicaba el uso de las caderas o muslos para retornar el pesado balón de hule.

Esta pieza, una mujer de torso delgado está modelada en barro. Se encuentra de pie, en una postura ritual de piernas abiertas. Tiene los brazos alargados y la cabeza en gran parte completa, pero faltando por rotura el penacho o tocado. Del grueso cuello cuelga una banda con un pendiente que parece representar algún adorno simbólico, tal vez de concha en lugar de piedra. Los brazos traen brazaletes entre el codo y el hombro. Presenta una abolladura en la cintura, que puede representar su ropa o un cordón. El ombligo se muestra por una gran perforación. Sobre los muslos – los cuales no traen protección alguna – se muestra unos pendientes que quizá suspendieron un cordón atado a un cinturón, o bien pueden representar una escarificación alargada. También es posible que indique algún protector de algodón usado para salvaguardar las caderas o muslos en el juego de pelota. Si el muslo se presenta gordo, las piernas inferiores son de proporciones más normales, con el pie formado con una curva en el barro. Hay incisiones no numéricas para representar los dedos de los pies.

La cabeza, entre el rostro y la parte de atrás tiene una abolladura para sostener un penacho o el arreglo del cabello largo, quedan aún amplios vestigios de chapopote puesto. Este material no fue aplicado con cuidado y se corrió hacia abajo en la parte trasera de la cabeza. Este arreglo fallido sugiere que en algún momento hubo una rotura de la decoración del pelo y se intentó remendarlo.

El cuerpo presenta un engobe y pulido con piedra, realizado antes de la cocción. Con la excepción de lo mencionado, encima de la cabeza, esta pieza se encuentra en buenas condiciones. Tiene reconstruido el punto de la nariz en barro con una sustancia que no reproduce el color del barro original colocado alrededor. Este arreglo es moderno.

Estilísticamente, la figura se encuentra dentro de la agrupación de figurillas denominadas “Pánuco B” del Periodo Clásico (300-900 d.C.). Se localiza en el Golfo Norte y el Centro-Norte del Golfo.

Estas piezas contrastan de manera significativa a aquellas de personajes enanos. Aunque también representa en su mayoría mujeres jóvenes, y frecuentemente tienen algo de los atavíos del rito del Juego de la Pelota, tienden a ser de un acabado y una manufactura de menor calidad. Sus rasgos también son contrastantes: los cuellos son gruesos, las caras menos detalladas, los brazos frecuentemente cónicos, la incisión irregular se hace presente, los penachos o tocados son más frágiles, la pintura que representa el ropaje es menos común, las superficies son mayormente planas pero pocas veces pulidas, y la postura es menos recta y estable.

Obras de la sala

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