El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figura de una jorobada sentada con deformación craneal y un gorro grande plano | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figura de una jorobada sentada con deformación craneal y un gorro grande plano

Cultura Huasteca
Región Costa del Golfo
Período Clásico
Período 9 Clásico
Año 300-900 d.C.
Técnica

Barro modelado, pellizcado, alisado, inciso, puntillado, pastillaje

Medidas 12.3   x 5.5  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1182
Investigador

Entre la gran variedad de figurillas de la Huasteca, las representaciones de jorobados, enanos y personas con deformaciones genéticas ocuparon un lugar especial. Éstas fueron relativamente abundantes en Mesoamérica, ya que aparentemente estuvieron asociadas con numerosos cultos rituales. Particularmente en la Costa del Golfo fueron identificados inicialmente con los ritos del dios de la lluvia y de la diosa de la tierra, y con el tiempo la muy importante bebida ritual del pulque.

La Huasteca preservó muchos de los “dioses viejos” terrenales y una combinación de deidades algo extensa. Lo poco que sabemos de éstos es por la documentación proveniente de la época virreinal. Eventualmente, la arqueología tendrá que darnos más datos para una amplia y mejor interpretación.

Las representaciones de jorobados pueden ser hombres o mujeres. En muchas partes de Mesoamérica son mayormente hombres, pero en la Huasteca las mujeres parecen tener preponderancia. Esto, muy probablemente, debido a la importancia de las diosas en la región. Asimismo, los jorobados podían ser enanos o no, pero el enanismo parece predominar en la región que nos ocupa. Ya que los brazos y piernas parecen ser muy reducidos y deformados en muchos casos. Aún falta comprobar si esta anomalía se debe al enanismo u otra condición genética, en tanto, estas son las formas predominantes en la Huasteca.

En la antigüedad tales personajes tendían a ser vistos como meninos en la mitología del dios de la lluvia, cumpliendo sus mandatos, y cuidando sus lugares. Pero con la diosa de la tierra parecen tener un estatus mayor, casi como semidioses, ayudantes en muchas actividades. Con el culto del pulque en la Huasteca y sus rituales, parecen tener un papel central como una forma alternativa de la diosa de pulque mismo.

Figuras de esta índole aparecieron muy temprano en el Preclásico Inferior (1700 a.C. a 300 d.C.) y extienden hasta el Posclásico (900-1520 d.C.) de Mesoamérica, pero en este caso específico son del Periodo Clásico (300-900 d.C.).

La pieza que aquí nos ocupa es la de una mujer jorobada, manufacturada por la técnica de modelado. El personaje presenta un gorro grande plano, extendido hacia atrás. El arreglo sobre su cabello es casi un casco que va hasta las orejeras. Este adorno parece estar cubriendo una forma de deformación craneal, frontal-occipital, que deja casi plano el frente y la parte trasera de la cabeza.

La cara del personaje muestra los ojos desnivelados. Su rostro está un poco torcido como si hubiera sufrido parálisis facial del lado derecho de la cara y probablemente el cuerpo. Las partes inferiores de las piernas parecen muy reducidas y posiblemente torcidas, mientras que los muslos de las partes superiores de las piernas son muy exagerados de tamaño.

La postura representa el brazo derecho, descansando en forma lánguida. Por el cuello hay un disco perforado que debió haber sido colgado de un collar ahora ausente. El ombligo está representado por una pequeña perforación cónica. Mientras que los muy grandes muslos sugieren que la figura es femenina, los pechos no están claramente marcados, haciendo un poco difícil afirmar con total certeza el sexo de la figurilla.

Esta pieza fue realizada con una preparación cremosa en su superficie y se encuentra pulida en algunas partes, en la superficie falta el engobe sobre todo enfrente, aunque se preserva un poco atrás. Tal como en la pieza número 875, la parte jorobada fue realizada con barro fino aplicado en capas.

Estilísticamente esta figura es algo diferente a los tipos más comunes de la Huasteca. Es más semejante a ejemplos del tipo “Pánuco B” del Periodo Clásico (300-900 d.C.) en el área Golfo Norte. Presenta asimismo toda una serie de roturas del cuello, la espalda, el brazo, y la muñeca, que son modernas. Tampoco tiene estabilidad en su posición sentada. Pudiera haber sido modificada o posiblemente no es completamente auténtica.

Entre la gran variedad de figurillas de la Huasteca, las representaciones de jorobados, enanos y personas con deformaciones genéticas ocuparon un lugar especial. Éstas fueron relativamente abundantes en Mesoamérica, ya que aparentemente estuvieron asociadas con numerosos cultos rituales. Particularmente en la Costa del Golfo fueron identificados inicialmente con los ritos del dios de la lluvia y de la diosa de la tierra, y con el tiempo la muy importante bebida ritual del pulque.

Obras de la sala

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