El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figurilla en forma de pato | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figurilla en forma de pato

Región Altiplano Central
Período Clásico
Período 9 Clásico
Técnica

Modelada, pastillaje, incisión, alisada.

Medidas 4.3   x 4.2  x 3.4  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 137
Investigador

Las aves en el mundo mesoamericano tenían tal relevancia que no debe sorprendernos que los dioses más importantes fueran identificados precisamente con el colibrí (como es el caso de Huitzilopochtli) o los quetzales (como en el caso de Quetzalcoatl). Las aves eran importantes para los indígenas, no sólo por su belleza y su significación religiosa, sino también porque de ellas conseguían las plumas utilizadas por los famosos amantecas, los artesanos de la plumaria, quienes realizaban majestuosas piezas utilizadas como adorno.

Las plumas se obtenían tanto de aves difíciles de localizar en áreas como el Altiplano Central, como podría ser el quetzal o la guacamaya, como de ejemplares que eran más comunes como los guajolotes y los patos domesticados. En el caso de los patos, éstos pertenecían al grupo de las aves acuáticas. La mayoría de las especies que conformó este grupo de animales era principalmente de carácter migratorio, dado que los lagos de la cuenca de México funcionaron como zona de refugio durante el invierno, de noviembre a marzo.

El pato silvestre o canauhtli, junto con el ganso silvestre o concanauhtli eran los animales más explotados por los cazadores. Estas aves silvestres eran capturadas mediante el uso de redes, canastos, dardos, flechas o trampas que se colocaban en lugares estratégicos en los cuerpos de agua donde estos animales se encontraban descansando o se alimentaban. Esta práctica fue muy habitual en los lagos de México, y se pueden ver ilustradas en mapas coloniales como el de Uppsala o bien en la pintura mural del siglo XVI, en la Caja de Agua del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco.

La figurilla que observamos representa un pato, probablemente el comúnmente conocido como pato zambullidor (Familia Anatidae), que, por la forma de sus alas pegadas al cuerpo y el plumaje abundante, nos permite inferir que pudiera estar precisamente nadando, al interior de un lago. Su pico se observa un poco reducido en tamaño, y en el área que corresponde a su rostro se dibujó, mediante una incisión superficial, una línea que es característica de esta especie y que adorna generalmente su cabeza.

Su cola se encuentra ausente, y debió haberse hecho con un fragmento de arcilla enrollada y modelada que se añadió aparte al cuerpo y posteriormente se fracturó. Se le aplicó pintura roja y presenta restos de estuco. Las alas fueron añadidas por pastillaje y con incisiones se hicieron unas líneas para indicar las plumas en esta parte. Los ojos y el pico también se hicieron con incisiones superficiales sobre el barro.

Aunque estas aves seguramente se observaron cotidianamente en los lagos del Altiplano Central, seguramente especies de la misma familia fueron cazados en otras regiones de Mesoamérica, entre ellas la cuenca del Alto Lerma, particularmente en el Valle de Toluca. Aquí como en los lagos vecinos del sur, se desarrollaron sociedades lacustres que aprovecharon la biodiversidad que los cuerpos de agua les otorgaban. La caza de peces, patos y el aprovechamiento de otros animales lacustres también se practicó en lugares como los lagos de Pátzcuaro en el actual Michoacán.

Las aves en el mundo mesoamericano tenían tal relevancia que no debe sorprendernos que los dioses más importantes fueran identificados precisamente con el colibrí (como es el caso de Huitzilopochtli) o los quetzales (como en el caso de Quetzalcoatl). Las aves eran importantes para los indígenas, no sólo por su belleza y su significación religiosa, sino también porque de ellas conseguían las plumas utilizadas por los famosos amantecas, los artesanos de la plumaria, quienes realizaban majestuosas piezas utilizadas como adorno.

Obras de la sala

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